Comentario sobre Autopista Buenos Aires-La Plata, # 1
Estructuras cercenadas –a medio derruir o a medio completarse-, esqueletos de arquitecturas, muros descascarados y esculturas envueltas fueron uno de los ejes de la producción de Travnik en los años posteriores a la dictadura y parte de la década del ‘90. Son restos y huellas y éstos fueron los títulos de libros o exposiciones suyas que refieren con justeza su modo de representar los paisajes urbanos y suburbanos. Aunque en verdad no se trata propiamente de paisajes sino que Travnik fragmenta la ciudad para hacer foco sobre un edificio, una casa, un árbol o un auto. En las fotos de Buenos Aires no hay gente, ni acción, ni movimiento, son imágenes formalmente simples y depuradas. Así, a la vez que el contexto espacial nos es sustraído, los objetos o construcciones se hacen contundentes; adquieren peso propio y el señalamiento de Travnik (el de la fotografía, que es siempre señalar como con el dedo) debe encontrar sentido.
En
Autopista Buenos Aires-La Plata, # 1, los pilares de una autopista se recortan en la línea del horizonte pampeano donde se hallan enclavados, a lo lejos, los postes de luz indicando que la ruta pasa por otro lado. El cielo gris nuboso no auspicia nada bueno ni nuevo. Juan Travnik revela en esta fotografía aquello que “parece que aun es construcción y ya es ruina” (1), lo que queda de la errática política de obras públicas, las disputas entre municipios y la pulseada entre la responsabilidad estatal y el lucro empresarial. Además, la referencia al plan de autopistas urbanas ejecutado por Osvaldo Cacciatore durante la última dictadura militar no sólo evidencia estas políticas de vaciamiento sino que expone, de modo más amplio, las huellas del episodio más oscuro de la historia nacional reciente. Son proyectos de infraestructura truncos que aluden, a otro nivel, al futuro que le fue robado a miles de personas.
La compleja relación entre la fotografía y la realidad encuentra un anclaje en la noción de
huella. Ésta da cuenta de lo único concreto que puede decirse de ese escurridizo vínculo entre la realidad visible y su representación fotográfica. En este sentido, la herramienta de Travnik y el objeto de su representación apuntan en la misma dirección.
Su trabajo apuesta, precisamente, a que interroguemos los indicios que él señala. Así, otra de las fotografías en la colección del MNBA fechada cuatro años después de la debacle económica y financiera de 2001/2002, es un recorte que vuelve casi abstracta la superficie dorada de las puertas del banco HSBC, marcadas a puñetazos y golpes de martillo (
HSBC, 2005). Podemos no reconocer las puertas de cada banco o la autopista inconclusa, lo que no podemos evadir son las marcas de la violencia institucional y económica en nuestro espacio público.
La Buenos Aires fotográfica de Travnik está hecha de nuestras huellas. Algunas veces son las trazas de acciones físicas concretas, otras, el resultado de la inoperancia o el clientelismo político y otras más, distribuidas por toda la ciudad, debidas al puro abandono y desinterés.
por Verónica Tell
1— Caetano Veloso, “Fora de ordem”