Comentario sobre Peinetón de carey
El Museo Nacional de Bellas Artes posee una importante colección de peinetas y peinetones pertenecientes a la primera mitad del siglo XIX. Los dos ejemplos seleccionados corresponden al momento de mayor desarrollo de este accesorio de la indumentaria de las porteñas. En ambos casos se trata de “peinetones” y no de peinetas. La denominación “peinetón” hace referencia al crecimiento exagerado de tamaño que tuvo la peineta española en el Río de la Plata a partir de 1830 y hasta 1838, aproximadamente. En ningún otro lugar de América o de España se evidenció este desarrollo y se puede afirmar que la moda de los peinetones fue una clara originalidad en el vestir de las rioplatenses durante el período mencionado.
Hacia 1830 comenzaron a aparecer con asiduidad en la prensa los avisos comerciales que ofrecían peinetones de diversas formas, lisos y calados. También empezaron a instalarse peineros que aprovecharon la moda y orientaron el trabajo de sus talleres al abastecimiento de la cada vez más fuerte demanda de este accesorio de moda. Los peinetones no llevaban firma ni ninguna forma de identificación por lo que resulta muy compleja la asignación de los ejemplares conservados a algún taller o a la mano de algún peinero en particular. En el período consignado ya existía un buen grupo de artesanos que fabricaban y reparaban estos artículos y es difícil asignarlos a alguno de ellos sin contar con documentación que testimonie la compra directa a un fabricante determinado. También se activaron las importaciones de carey. Este material generalmente llegaba al puerto en trozos o en planchas ya fundidas y se comercializaba al peso. En los talleres, estas planchas eran cortadas, fusionadas al calor, caladas, cinceladas y pulidas. En ocasiones también eran estampadas e incrustadas (1).
El fabricante Mateo Masculino era el que realizaba los trabajos de decoración más finos y elegantes (2). Las fuentes escritas lo señalan también como el primer responsable de la activación del gusto por accesorios cada vez más grandes y de la moda que se desencadenó en consecuencia. Así, periódicos como
La Gaceta Mercantillo criticaban como árbitro de esta moda y llamaban la atención sobre los modelos sucesivamente más extravagantes que el artesano ofrecía desde su taller. Las piezas de Masculino también regulaban los precios de un accesorio que cada vez más, durante el período consignado, se fue convirtiendo en un objeto de lujo desmedido. No es de descartar que, dada la calidad de los dos ejemplares seleccionados, estos hayan salido de su prolífico taller.
Ambos peinetones fueron realizados en carey y están calados. El primer ejemplo muestra, con la técnica de calado y cincelado, la silueta de Juan Manuel de Rosas rodeada por un cortinado en un óvalo central enmarcado por hojas de roble. En la parte superior aparece un gorro frigio y en la parte inferior del óvalo la leyenda “Federación o Muerte”. Por un decreto establecido en 1832, Rosas imponía el uso del cintillo rojo punzó y la incorporación de dicha frase en las insignias de los federales. Este peinetón es uno de los pocos ejemplares conservados que ostentan esta leyenda y es una muestra muy particular de la incorporación de los lemas federales en el ámbito de la indumentaria. La decoración de la pieza se completa de forma simétrica a ambos lados de la silueta descripta con elementos fitomorfos que forman roleos, cubren toda la superficie y envuelven dos rosetones en los extremos derecho e izquierdo. El peine posee nueve dientes y en el límite con el campo de la pieza tiene unas líneas incisas. Los bordes son ondeados y todo el cuerpo del peinetón se presenta con una curvatura.
El segundo peinetón también es de carey calado y presenta una decoración compleja. El motivo es simétrico. En el centro del peinetón aparece una lira coronada por un Sol. La lira, además de ser un motivo asociado con la música, también está relacionada con las artes y la cultura. A derecha e izquierda se observan dos cornucopias y dos rosetones. De las cornucopias, y en consecuencia con su simbología asociada a la prosperidad y a la abundancia, brotan motivos fitomorfos que se extienden por la superficie del peinetón y envuelven a los rosetones. Los bordes son ondeados. El peine posee diez dientes y el límite entre el campo y este también está marcado por líneas incisas.
Además de la originalidad del peinetón en las modas locales, uno de los aspectos más interesantes relacionados con este objeto fue la innumerable cantidad de representaciones que alcanzó en la prensa escrita, la poesía de corte popular y las imágenes. El debate sobre el uso de los peinetones era común en los diarios de la época. Las cartas de crítica y reprobación se repetían constantemente (3). Mientras tanto la poesía popular condenaba a la mujer que, según sus versos, presa por el deseo de poseer uno de estos objetos, dejaba de alimentar a su familia y llegaba incluso a prostituirse. En las imágenes, la famosa serie de litografías de César Hipólito Bacle,
Extravagancias de 1834, mostraba en clave caricaturesca los inconvenientes, físicos y simbólicos, que ocasionaba el uso del peinetón y el avance de la mujer en la conquista del espacio público (4). Numerosos retratos de Carlos Pellegrini también muestran a las principales damas de la ciudad luciendo sus caros peinetones.
La inclusión de referencias políticas en estos accesorios también constituye otro indicio importante del lugar que llegó a ocupar este accesorio de moda y testimonia la extensión de las discusiones al ámbito del cuerpo y de la construcción de la apariencia. En este sentido, la vinculación entre el deseo por poseer un peinetón, prostitución y mujeres unitarias, fue utilizada por las voces de la poesía popular rosista y federal en la hoja “El que paga el peinetón” (5). Parece haber sido esta una de las referencias que fue adquiriendo el objeto y que hacia 1837 llevó a su paulatina desaparición.
por Marcelo Marino
1— Claudia López y Horacio Botalla, “El peinetón en Buenos Aires, 1823-1837”, Boletín del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, nº 8, 1983, p. 9-47.
2— Alejo González Garaño, “Una típica moda porteña: los peinetones creados por Manuel Masculino”, La Prensa, Buenos Aires, 1 de enero de 1936, p. 2-3.
3— Horacio Botalla, “Acerca de los peinetones” en: Extravagancias de las porteñas. Los peinetones, cat. exp. Buenos Aires, Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, 1997.
4— Marcelo Marino, “Fragatas de alto bordo. Los peinetones de Bacle por las calles de Buenos Aires” en: Laura Malosetti Costa y Marcela Gené, Impresiones porteñas. Imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires. Buenos Aires, Edhasa, 2009, p. 21.
5— Regina Root, “Tailoring the Nation: Fashion Writing in Nineteenth-Century Argentina”, Fashion Theory, London, vol. 4, nº 1, 2000, p. 89. Susan Hallstead, Fashion Nation: The Politics of Dress and Gender in 19th Century Argentine Journalism (1829-1880). Tesis doctoral inédita, University of Pittsburgh, 2005. Regina Root, “Fashioning Independence: Gender, Dress and Social Space in Postcolonial Argentina” en: AA.VV., Latin American Fashion Reader. London, Berg, 2005.
Bibliografía
1970 [1914]. PRADÈRE, Juan A., Juan Manuel de Rosas. Su iconografía. Buenos Aires, Editorial Oriente, p. 155-156, reprod. p. 155.