Comentario sobre Vivir un poco, tutti i giorni (Vivir un poco cada día)
El grupo formado por Luis Felipe Noé, Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega y sus invitados expuso por primera vez en 1961 en la galería Peuser. Declararon: “No constituimos un movimiento, ni un grupo, ni una escuela, simplemente somos un conjunto de pintores que en nuestra libertad expresiva sentimos la necesidad de incorporar la figura” (1).
Al año siguiente, expusieron en dos oportunidades en la galería Bonino de Buenos Aires. La consagración del grupo llegó en 1963 cuando el MNBA los invitó a exponer, y se vio convalidada con los numerosos premios que sus integrantes ganaron en ese momento y en los años siguientes. El éxito obtenido en el ámbito local y los viajes a Europa y Estados Unidos que se sucedieron en un lapso de solo cuatro años, dieron al grupo una perspectiva de su propio hacer en diversos contextos.
Luego del auge de distintas tendencias geométricas e informalistas, la aparición de artistas europeos como los del Grupo CoBrA implicó la valoración del gesto y la espontaneidad y una figuración renovada, ideas que no pasaron desapercibidas a los artistas del grupo de la Nueva Figuración.
Hambre (inv. 7847), una obra realizada en 1961, cuando se formó el grupo, presenta perfiles humanos emergiendo entre trazos, manchas, chorreados y gestos vehementes, con un tratamiento donde se unen figuración y abstracción.
Macció expuso en 1963 en la galería Bonino la serie
Vivir, a la que pertenece la obra del MNBA. En esta obra partió del soporte circular (tondo), formato que utilizó habitualmente en esa época. La forma del bastidor acompaña y subraya las divisiones horizontales en franjas y la introducción de colores planos en los que la línea curva juega con el formato circular generando la sensación de quiebre de la composición. La figura humana, distorsionada, casi monstruosa, también parece fragmentarse y mezclarse con el fondo a partir de un gesto pictórico donde predominan los chorreados, los esgrafiados y la materia fluida casi transparente. Macció recuperó planteos del informalismo y del expresionismo abstracto y se distinguió del grupo por la utilización de un lenguaje más gráfico, practicado desde joven como diseñador. A la gestualidad, la mancha y la arbitrariedad en el color, se sumó la incorporación de la figura humana apartada de la idea tradicional de belleza.
En el contexto de los graves acontecimientos políticos en la Argentina de principios de la década de 1960 con asonadas militares e inestabilidad social, la pintura fue para los artistas un medio de abordar y comparar, a veces de manera solapada, los temas de la historia, lejana y contemporánea.
Los títulos elegidos por Macció para las pinturas de esta serie,
Vivir: lo de todos los días,
Vivir sin seguro ídem,
Vivir: a los saltos,
Vivir: el riguroso turno,
Vivir: taca taca (2), entre otros, se presentan como una suerte de inventario de las dificultades de la vida contemporánea de un sobreviviente en una sociedad en la que no está seguro de poder seguir con su existencia. Postulan, con el toque de humor característico de sus obras, a un verdadero existencialista porteño.
En 1963, en el catálogo del Premio Di Tella, Rómulo Macció se refirió a su pintura: “El cuadro resulta así una síntesis de esa multitud que grita adentro del hombre. Representa las múltiples circunstancias que determinan un momento cualquiera de la existencia, formado por situaciones contradictorias o disímiles, integrado por parcelas de evocaciones, por fragmentos de la realidad, a los que estamos unidos por inesperadas conexiones afectivas”.
por María Florencia Galesio
1— Cat. exp. Buenos Aires, Galería Peuser, 1961.
2— Jorge Romero Brest, Macció 1963/1967. Buenos Aires, Centro de Artes Visuales- Instituto Torcuato Di Tella, 1967.
Bibliografía
1981. BUCCELLATO, Laura, Macció. Pintores argentinos del siglo XX. Buenos Aires, CEAL, n. 54, p. 3, reprod. color p. 5.