Comentario sobre Retrato de joven con sombrero con plumas
Según Arnold Houbraken (1660-1719), autor de
De groote schouburgh der Nederlantsche konstschilders en schilderessen (1718- 1721), la más grande e importante compilación de biografías de artistas del siglo de oro, durante los años 1630 Govaert Flink estuvo un tiempo en el taller de Rembrandt, experiencia que le sirvió para aprender el estilo del gran artista y llegar a pintar de modo tal que muchas de sus pinturas fueron vendidas como salidas de la propia mano de Rembrandt. De 1636 se considera su primera obra como artista independiente y en lo que queda de la década su producción deja ver la influencia del estilo de Rembrandt de la que se va deshaciendo lentamente. En la década siguiente se convirtió en un exitoso pintor de temas de historia y de retratos. En 1642, año en el que Rembrandt pintó
La ronda nocturna, Flinck hizo
Los cuatro regentes del Klovenierdoelen de Ámsterdam, su primer retrato colectivo de una “guardia civil” o “compañía”, grupos importantes en la vida ciudadana; a ese le seguirán otros en 1645 y 1648 que dan prueba de la aceptación que su obra ha alcanzado. Se deben sumar asimismo los encargos de retratos de importantes personalidades como el del poeta Joos van Vondel y los de los almirantes Maerten Tromp y Michiel de Ruyter.
En nuestro retrato una joven mujer aparece representada de medio cuerpo y vestida de ropas llamativas, adornada con joyas y plumas.
Según J. W. von Moltke, estudioso de la obra de Flinck, habría sido realizada entre los años 1645 y 1647. Contrasta notablemente con los retratos que había realizado anteriormente en Holanda y especialmente con los de Rembrandt, caracterizados por los trajes oscuros y las grandes gorgueras o los amplios cuellos blancos de finos encajes bordados. Desde el punto de vista de su realización la obra muestra el abandono de la pincelada cargada y la superficie trabajada de tradición rembrandtiana, a favor del uso de una suave y perdida que resulta en una superficie lisa y tersa. Este cambio de expresión está motivado por dos razones. Por un lado la nueva imagen responde a la adopción de nuevos dictados en el campo de la moda que por esos tiempos han llegado desde Flandes (1). Por otro tiene que ver con una nueva imagen de retrato explotada a partir de los primeros años de la década de 1640 influida sobre todo por el estilo elegante y elaborado de Anthony van Dyck, retratista que trabajó no solo en esa región sino que también tuvo importante actuación en Inglaterra por más de una década. Ese tipo de retrato se había impuesto en Ámsterdam a partir de la obra de Bartholomeus van der Helst (1613-1670), artista que sería el representante de una tendencia que se enfrenta a las formas tradicionales de Rembrandt que algunos de sus seguidores continuaban practicando. En Van der Helst, además de su gran habilidad para la realización de las facciones se destacan sus composiciones dinámicas y la representación de texturas, luces y brillos de las telas y las joyas que lucen sus retratados.
Algunas de estas características se ven también en la obra de Flinck, especialmente su destreza en el tratamiento de carnaciones y telas; en relación con estas últimas en nuestro retrato se destaca la capa aterciopelada que cae sobre los hombros de la retratada para dejar ver su rico vestido de color oro y blanco que desprende los brillos de la seda, el oriente de las perlas de su collar y las de su pelo así como el velo de gasa que cae hacia atrás de su tocado adornado con dos plumas de avestruz, una roja y una blanca. La joven, que mira directamente al observador mientras sujeta su capa con su mano izquierda, se destaca por su elegancia, subrayada por la luz, que desde la izquierda cae de un foco elevado concentrando su intensidad en su torso y la porción derecha de su rostro, dejando la otra parcialmente en sombras; estas se funden con el fondo de la obra trabajado en tonos bajos que conforman una atmósfera que inunda el espacio donde se mueve la retratada.
Esta joven mujer, cuya identidad no conocemos, aparece también en otra obra del artista. Se trata de una pintura (2) donde su pose se ha invertido y donde además se han agregado una lechuza, una máscara, un escudo y una lanza, elementos que transforman la significación de la obra pues ahora se ha convertido en una representación de Atenea. Podría tratarse de un retrato “historiado”, tal como se llamaban aquellos donde el retratado asumía el rol de un personaje de la historia o la mitología. La utilización de la misma figura en dos obras diferentes no deja de llamar la atención; tal vez podría tratarse de una modelo que Flinck podría haber utilizado en sus obras, aunque no es este el caso ya que, por lo que conocemos, no aparece en otras obras; su pose y ropaje, la presencia de las perlas y las plumas, elementos que pueden ser relacionados con Venus, tal vez son indicios de un retrato realizado con fines específicos que hasta ahora no hemos podido identificar con certeza.
Además de las dos pinturas mencionadas existe también una contraprueba (3) que aparentemente podría ser usada como un estudio para nuestro retrato, pero también se ha pensado que en realidad fue tomado de la Atenea que mencionamos (4).
En 1652 Flinck realizó el retrato del elector de Brandeburgo y en 1654 la
Alegoría a la Memoria de Frederick Hendrick, príncipe de Orange, encargado por su viuda Amalia von Solms para el palacio Huis ten Bosch, y en 1656 terminó
Marcus Curtius Dentatus rechazando los regalos de los embajadores samnitas, una gran composición destinada a la decoración del Palacio Municipal de Ámsterdam que se hallaba en su fase final por ese entonces. Para la Sala del Consejo del mismo edificio pintó
La plegaria de Salomón en 1558 y a ella debía seguirle una serie de doce obras para la sala principal que no llegó a terminar pues murió en 1660.
por Ángel M. Navarro
1— Véase: S. Slive, Dutch Painting 1600-1800. New Haven, Yale University Press, 1995, p. 195-197. Para Van Dyck, cuya bibliografía es extensa, remitimos a Christopher Brown, Van Dyck. Oxford, Phaidon, 1982. Véase también: W. A. Liedtke, Flemish Paintings in The Metropolitan Museum of Art. New York, 1984, p. 48-75 y A. McNairm, The Young van Dyck, cat. exp. Ottawa, National Gallery of Canada, 1980, que además incluyen bibliografía.
2— Tela, 198 x 78 cm, colección K. Bergsten, Estocolmo. Véase: Von Moltke, 1965, nº 80, p. 82; Sumowski, 1983, nº 649, p. 1029; K. Madsen, Catalogue de la collection de M. et Mms. K. Bergsten. Stockholm, 1925, nº 1 (como J. A. Backer) y Bo Lundström en Rembrandt och hans Tid, cat. exp. Stockholm, Nationalmuseum, 1992, nº 88, p. 259.
3— Tiza blanca y negra sobre papel verde, 31 x 24,8 cm, Düsseldorf, Kunstmuseum, inv. FP 6292. Véase: Sumowski, 1981, t. 4, nº 883, p. 1928 y 1929.
4— Sumowski, 1981, p. 1929.
Bibliografía
1965. MOLTKE, J .W. von, Govaert Flinck. Amsterdam, 1965, nº 390, p. 31, 146-147, reprod.
1966. WEGNER, W., “Rezension van J. W. von Moltke Govaert Flinck” [1965], Kunstchronik, Nürnberg, nº 19, p. 102 y ss.
1981. SUMOWSKI, Werner, Drawings of the Rembrandt School. New York, Abaris Books, 1979-1989, t. 4, p. 1928. 1983. SUMOWSKI, Werner, Gemälde der Rembrandt-Schüler. Landau, Ed. PVA, 1983, vol. 2, nº 683, p. 1003, 1029, 1036, reprod. p. 1115.
1994. NAVARRO, Ángel M., La pintura holandesa y flamenca (siglos XVI al XVIII) en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, p. 114-116, reprod. color.
1996. BROWN, Christopher, “Book Reviews. Publications Received”, The Burlington Magazine, London, vol. 138, nº 1124, p. 760.
2001. NAVARRO, Ángel M., Maestros flamencos y holandeses (siglos XVI al XVIII) en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, p. 118-120, reprod. color. — NAVARRO, Ángel M., Flemish and Dutch Masters (from the XVIth to the XVIIIth century) at the National Museum of Fine Arts. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, p. 118-120, reprod. color.