Comentario sobre Rêverie (Ensueño)
Formado en la École des Beaux- Arts de París desde 1840, la obra temprana de Chaplin se caracterizó por la persecución del realismo. Rápidamente, abandonó esta estética para optar por otra más grácil y vaporosa que le reportó fama como retratista. Se especializó en figuras de medio cuerpo de muchachas semivestidas que sensual e indolentemente se exhiben ante el espectador, producción con la que obtuvo gran éxito entre la alta sociedad de la Tercera República. Figuran entre ellas:
Portrait de jeune fille au chat, 1869, Musée National du Château de Compiègne;
Souvenirs, 1882, Musée des Beaux-Arts, Dijon, y
Portrait de jeune fille, Musée d’Orsay, París.
Rêverie se vincula directamente con esta serie de obras. Muestra una joven de piel blanquísima y pelo oscuro, sumergida en sus ensoñaciones mientras las gasas de su vestido dejan traslucir parte de su busto. El tratamiento detallado del rostro se contrapone al trabajo más libre del fondo y las ropas donde se observan empastes y pinceladas evidentes, en una solución utilizada también por artistas que cultivaron géneros similares como Raimundo de Madrazo (1).
Este tipo de obras fue muy del gusto de la burguesía local. Así, la prensa de 1887 celebraba la introducción de otra
Rêverie de Chaplin, esta vez rubia, señalando que “poquísimas veces nos hemos sentido tan profundamente emocionados en la contemplación de una obra de arte, como ante esta creación tan encantadora del más elegante de los pintores parisienses […] en todo Buenos Aires no hay una tela que pueda compararse como perfección en su género” (2). Sin embargo, otras voces como la de Eduardo Schiaffino, afín a la estética simbolista, encontraban que Chaplin, si bien era un “ejecutante habilísimo, dibujante excelente y armonista brillante” había abusado de “facilidad de producción” resultando su pintura “el triunfo del polvo de arroz, la apoteosis del país del abanico” (3).
por María Isabel Baldasarre
1— Cf. Aline Masson con tocado de gasa, inv. 5355, en este mismo catálogo.
2— La obra estaba expuesta en lo de Bossi y había sido enviada de París por Manuel Güiraldes, sobrino de José P. de Guerrico. “Joyas pictóricas”, El Censor, Buenos Aires, 1 de septiembre de 1887, p. 1-2.
3— Eduardo Schiaffino, “En el palacio Hume. La Exposición Artística de Caridad”, La Nación, Buenos Aires, 6 de noviembre de 1893, reprod. en La pintura y la escultura en la Argentina. Buenos Aires, edición del autor, 1933, p. 332.
Bibliografía
2001. MALOSETTI COSTA, Laura, Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX. Buenos Aires, FCE, p. 217-218, fig. 25.
2006. BALDASARRE, María Isabel, Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires. Buenos Aires, Edhasa, p. 157, 160.